El histórico delantero, recordado por integrar junto a “Pato” Yáñez y “Pititore” Cabrera la inolvidable ofensiva canaria de los ’80, hoy disfruta su retiro en Florida, donde lleva casi tres décadas junto a su familia.
Para los hinchas de San Luis, especialmente los más antiguos, resulta imposible olvidar al equipo de los años ’80 y su demoledora delantera conformada por las “tres P”: Patricio Yáñez, “Pititore” Cabrera y Jorge “Pindinga” Muñoz. Un tridente ofensivo que marcó a fuego la memoria del fútbol quillotano.
Muñoz llegó desde Linares en 1980, fichado por Eduardo “Punto” Silva, y de inmediato brilló con la camiseta aurinegra. Con San Luis no solo levantó títulos, sino que además inició una carrera que lo llevó a vestir la camiseta de la Selección Chilena. Permaneció en Quillota hasta 1983, año en que partió a Huachipato y posteriormente al Mallorca de España.
En su regreso al país defendió a Universidad Católica, Cobreloa —donde fue campeón en 1990— y Santiago Wanderers. Sin embargo, su cariño por San Luis lo trajo de vuelta cuando el club luchaba en Tercera División, siendo clave para su resurgimiento. Más tarde pasó por Audax Italiano, volvió a Católica para coronarse campeón en 1993, y cerró su etapa en Chile en Provincial Osorno, Deportes Antofagasta y nuevamente Huachipato.
En 1999, ya en la recta final de su carrera, emigró a Estados Unidos para jugar en el Jacksonville Cyclones. Allí decidió radicarse junto a su familia, estableciéndose en la ciudad de San Agustín, Florida, donde ha vivido los últimos 27 años. Hoy disfruta de su jubilación, practica deporte en la playa y colabora con la academia de fútbol que dirige su hijo, con más de 2.500 niños inscritos.
Aunque mantiene sus raíces en Linares y visita con frecuencia Quillota, el ex atacante reconoce que su vida ya está en Norteamérica. “Siempre que voy a Chile me encuentro con viejos amigos en el estadio, pero volver a vivir allá es otra cosa”, comentó.
“Pindinga” no pierde de vista al fútbol chileno, aunque admite que lo sigue poco por televisión. “Veo a San Luis de vez en cuando y me cuentan cómo van. Se nota mucha diferencia con el fútbol de afuera”, reflexiona el ex delantero, que dejó huella imborrable en la historia canaria y hoy disfruta de la tranquilidad en tierras estadounidenses.